jueves, 7 de abril de 2011

Booted & Suited. Capítulo10: Noticias de primera página

Nota: fotos y links agregados por nosotros.

Uno de los mejores capítulos del libro en mi opinión, muchos detalles de la ropa y muchas canciones muy divertidas para escuchar. Perdón la demora con la publicación, intentaré poner artículos de otras cosas si me vuelvo a demorar tanto entre capítulos del libro. No dejen de visitarnos, recomienden el blog a sus amigos y agregennos al Facebook acá: link.

Capítulo 10: Noticias de primera página

Odio el verano, por razones obvias, Por alguna razón no me emocionaba el Cricket, pero el verano de 1971 fue bueno. Aunque el término genérico ‘Skinhead’ aún era común, el largo del pelo y la moda estaban cambiando a una velocidad alarmante; casi que podías escuchar el pelo creciendo en Willesden y claramente se estaba esparciendo con rapidez al resto del país. Había muy pocas cabezas realmente rapadas incluso en 1969 y ahora, dos años más tarde, los hombres, al igual que el favorito de los del North Bank del Arsenal, Charlie George,  estaban incluso empezando a adoptar el ‘feather cut’ que había sido popular entre las chicas.

Suedehead con 'feather cut'


Los últimos 12 meses habían presenciado la aparición de una versión más conservadora y bajada de tono del skin; habíamos dejado crecer nuestro pelo y nos habíamos puesto nuestros brogues. Para 1971, ‘Suedeheads’ se había vuelto la etiqueta más común, aunque ‘smoothies’, que se refería tanto a nuestro estilo de ropa como al largo del pelo, también era usado. ‘Brolly boys’ fue otra etiqueta que se nos daba por los periódicos más sensacionalistas, debido a nuestro gusto por las sombrillas  con puntas afiladas, que se habían convertido en nuestra más reciente adición a nuestro arsenal. Richard Allen no demoró en ponerse al día. Sus más reciente ofertas literarias protagonizadas por el antihéroe Joe Hawkins, Suedehead y Skinhead Escapes, nuevamente se vendían por millones y llegando a las listas de los más vendidos en WH Smith, para la molestia de nuestros profesores de inglés.

Las Ben Sherman todavía eran populares, pero los cuadros y rayas estaban pasados de moda. Ahora eran en un solo tono blanco o negro, incluso café chocolate, los sacos Fair Isle fueron confinados al fondo del armario y los tirantes fueron devueltos a tu viejo más rápido de lo que podías decir ‘Austins’.
Sacos Fair Isle

Mr Zeus, Harry Fentons, Beau Brummel y Austins estaban allí disponibles para la ropa elegante. Stone-Dri, Keedons, Rodney Thomas, e incluso Millets, vendían lo básico. Pero Austins fue siempre la tienda de ropa para Suedeheads; podía entrar por una puerta como un Yeti y salir por la otra más suave (smoother) que las partes calvas de una serpiente. Abrigos Abercrombie, chaquetas a cuadros Príncipe de Gales y Pata de Gallo, iridiscentes chaquetas Tonik (al igual que los Crombies, no las verdaderas hechas por Dormeuil, pero sí una perfectamente respetable copia hecha por Levi´s y CTs), Oxford bags, la pinta completa. Había una gran atención al detalle: botones para corbata insertados no a través de una corbata, sino en el bolsillo del pecho sosteniendo un pañuelo de seda o una versión de tres puntas con los colores de tu equipo montado en un pedazo de cartón, escudos de los clubes de fútbol  o tus iniciales bordadas en blazers Barrathea aperturas traseras. Las chicas se veían preciosas en sus trajes Trevira de dos tonos y sus medias con algún diseño. Las botas estaban en su lecho de muerte, aceptables en las graderías, pero en los clubes no veías nada de ellas. Los Brogues se habían vuelto populares entre Suedeheads y todavía se veían mucho, al igual que los Loafers con borlas, ‘wegians’ tipo tejido de canasta (Basket weave Norwegians) y ‘bovver mocs’-pesados mocasines de suela gruesa, los precursores del zapato de plataforma.
Chaqueta Tonik
Oxford bags

















Todos teníamos trabajos de medio tiempo, nada especial. Yo trabajaba en el supermercado de Gateway arreglando los estantes, en donde los únicos bonos era robar tantas barras de chocolate Mars  como pudiera y mirar las tetas de las cajeras en la bodega. Aun así, el poco de dinero extra nos permitía ir a la ciudad una o dos veces por semana si teníamos suerte, a nuestro sitio favorito, el Locarno.

El Bali Hali era exactamente como sonaba: palmeras de plástico y flores pintadas en las apredes. Incluso podías oler los aromas exóticos del paraíso, ¿o acaso era ‘aquel gran olor a Brut’? No era una isla del sur del pacífico bañada en sol, sino un montón de mierda construida en los 60’s llamada el Nuevo Centro de Entretenimiento en la calle Frogmore. Aun así, nos bastaba para las noches de lunes y sin fútbol por un par de meses.

Había habido algunas cancines brutales ese año, The Elgins con su relanzamiento de ‘Heaven must have sent you’ y The Tams con ‘Hey girl don’t bother me’ que también había llegado a las listas la década anterior. El Reggae todavía estaba dando de qué hablar con ‘Monkey Spanner’, la continuación de Dave & Ansel Collins a su éxito #1 de Marzo, que llegó al  puesto 7. Motown seguía en forma con ‘Just my imagination’ por The Temptations, que más que compensaba ese molesto ‘Chirpy, chirpy, cheep, cheep’ por Middle of the Road, un masivo hit #1.  Chairmen of the board, la anteriormente favorita banda de los skins, seguían en acción con ‘Everything’s Tuesday’ y ‘Pay to the piper’ y una de las mejores canciones de todos los tiempos, por uno de los más grandes artistas, ‘Move on up’ por Curtis Mayfield, hicieron del verano de 1971 uno para recordar, al menos musicalmente. Y justo cuando pensabas que no podía ponerse mejor, un álbum de proporciones épicas fue lanzado.

What’s going on de Marvin Gaye rompió todas las reglas, en cuanto a música Soul se refiere. Era una pieza de trabajo radical y desafiante. Sus bases de jazz, inusual orden de las canciones  y su mordaz comentario político, especialmente relevante para la continua participación de EUA en Vietnam, resumían los primeros años de los setentas a través de los ojos de un afroamericano desilusionado. Su importancia para los chicos británicos era insignificante, simplemente nos gustaba la música. Citando a Smokey Robinson al hablar del legendario álbum: “Era funky como el diablo… hizo historia musical”.

En las pistas de baile el Reggae todavía pegaba duro, a pesar de que por un corto perioodo de tiempo el año anterior, el Top Rank habí prohibido la música jamaicana por sus asocioaciones con el movimiento Skinhead, algo que el administrador, Nick Pennycott, negaba vehementemente, sosteniendo que simplemente la música estaba pasada de moda, extraordinario de verdad cuando consideras la cantidad de Reggae que había en las listas de éxitos por ese tiempo. El lanzamiento de ’54-46 was my number’ por The Maytals nos puso a todos a estompear y a cantar, al igual que ‘Come into my life’ de Jimmy Cliff y ‘Please don’t make me cry’ de Winston Groovy, mientras que viejos favoritos de Ska y Rocksteady como ‘Guns of Navarone’ de Skatalites, ‘Wet dream’ de Max Romeo, ‘John crook shank’ de Derrick Morgan y ‘Al Capone’ y ‘Big five’ de Prince Buster eran tan populares como siempre.

El Locarno no era un sitio para los intelectuales, los educados, los Hippies, era un lugar de placeres simples. El Tote estaba representado allí, al igual que el East End del City. De hecho en ocasiones parecía como el público del  estadio. La violencia era tan común en el Locarno o en el Top Rank como lo era en Eastville o Ashton Gate, incluso a veces más, siendo la pista de baile el substituto perfecto de las graderías. Siempre nos preguntábamos porque se referían a nosotros como Fútbol Hooligans. Éramos simplemente Hooligans a secas; sólo que el fútbol parecía ser nuestro escenario más conveniente.

El centro de la ciudad no era un sitio para los de corazón débil. El Viernes 14 de Agosto, un joven policía fue salvajemente golpeado por un grupo de 20 skinheads. Brian Langhorne, policía de 21 años fue encontrado tirado en un caño en Smal Street con una fractura de cráneo y concusiones.  Al día siguiente se inició la temporada de fútbol y una visita a Ashton Gate por Millwall significó una pelea masiva en North Street, Bedminster, luego de que fans del City rompieron la ventana trasera de un bus que pasaba. La siguiente semana el centro fue el escenario de una furiosa pelea entre skinheads, motociclistas y polis. Cientos de personas estuvieron involucradas; en Rupert Street un ciclista fue tumbado de su moto por skins armados con baldosas, solo para ser rescatado por bomberos que también fueron atacados. La inevitable misión de venganza llegó la siguiente semana, con una pandilla de 700 Hells Angels crando el caos en el centro, sólo para ser separados y guiados por la recientemente creada Fuerza para Tareas Especiales, llamada ‘The Bovver Squad’ (El escuadrón Bovver)por la prensa local.

Los buenos ciudadanos de Bristol estaban justificablemente aterrorizados y la prensa local la pasaba genial. Sólo para probar los horrorizados que estaban, el Western Daily Press publicó una historia en 3 partes sobre cómo habían infiltrado el “violento mundo del hooligan de fútbol” titulada “El folclor de la multitud del Tote End”. Nos encantó. Si el Tote End hubiera estado en una misión de reclutamiento no hubiéramos podido escribir una mejor pieza de publicidad, era música para nuestros oídos:

  CONOZCAN AL TOTE END MOB, terceros en la Liga de Violencia en el Fútbol [Los periódicos amaban estas ligas de violencia, ver capítulo 14]. Los Bristol Rovers son sus ídolos. Y si el equipo es vencido en el campo de juego, este ruidoso ejército de seguidores ganará en las graderías.
Detrás del arco, en el extremo popular de cada estadio de fútbol de la Tercera División, está su campo de batalla. Aquí libran guerras con los fanáticos skinheads rivales, con su propio y temerario sistema de puntos. Y esta joven multitud, con sus botas punta de acero y cabello corto se jactan: “somos terceros en la liga”. Pero esta liga de terror no tiene nada que ver con deporte. Le causa caos a cada club en Inglaterra que lucha contra la nueva y atemorizante ola de hooliganismo en el fútbol al estilo 1971-72.

Nos encantó. Las ventas del Western Daily se dispararon- todo el mundo guardaba una copia en el bolsillo trasero. Hizo más por nuestra autoestima y reputación, de lo  que cualquier graffiti que dijera “Mantenerse alejado del Tote End” que pudiéramos pintoretear en una pared afuera de la estación de Stapleton Road, pudiera hacer jamás.

Los artículos aparecieron en Septiembre- la temporada de fútbol sólo llevaba un mes y ya aparecíamos en los titulares. Habíamos vencido al City, tanto fuera como dentro de la cancha en un amistoso pre-temporada en  Ashton, dándole a los ‘chicos en trajes’ una buena paliza en el East End y en las calles de Bedminster. La primera ronda de la Liga significó jugar contra Exeter, pelear toda la noche y 18 arrestados. Nuestro primer juego decente como visitantes fue, de entre todos los sitios, en Torquay de nuevo. Debido a la violencia de la temporada pasada, el partido fue jugado un sábado en la noche, pero esto resultó en más aggro debido al mayor consumo de alcohol. Las autoridades sí que tomaron una buena decisión.

Sin embargo, al menos en Bristol, la policía empezaba a saber lo que hacía y actuando basada en unos chivatazos de la policía del norte, pararon e inspeccionaron 3 buses llenos de fans de Middlesbrough que habían llegado para el juego contra el City temprano en la mañana un sábado. Diez fueron arrestados y un surtido de armas, descrito por la prensa como ‘terrible’, incautado de entre los buses. El armamento estaba compuesto por dos hachuelas, cinco tambos de metal con cobertura de caucho, un bastón de madera con punta de metal, un pincho para carne, un gancho para carne, cadenas de inodoro con bolas de metal amarradas a ellas, navajas y cinturones con taches,  entre otras. Un vocero de la policía, el superintendente Callaghan, comentó en el Evening Pst con un asombro casi infantil: “Las dos hachuelas eran nuevas y fueron compradas para un objetivo específico- que no era cortar madera ni limpiarse las uñas, debió haber sido para un propósito más ilegal”.

Debido a la tardía estadía en Torquay (esas chicas fueron muy hospitalarias de nuevo), nos perdimos el Especial de Fútbol (Ndt: rutas de tren especiales para los fanáticos de fútbol que viajaban a ver los partidos) de vuelta a Temple Meads. Había como 20 de nosotros y la poli nos escoltó hasta New Abbot en el tren local donde tendríamos que esperar por el tren de la línea principal hasta Plymouth: sería una larga noche.

El primer tren que llegó fue un expreso local que se dirigía a Plymouth. Las ventanas bajaron… ‘¡ARGYLE!, ¡ARGYLE!, ¡ARGYLE!’ Estaba lleno de los bastardos, uno de nuestros viejos enemigos. Sabíamos que sólo teníamos unos pocos minutos para actuar, pues el tren arrancaría pronto. Buscamos alrededor en busca de cualquier cosa para lanzar- ladrillos, botellas, un balde fue rápidamente vaciado de su arena y lanzado al objetivo estático. Algunos fans de Argyle se bajaron y saltaron a las líneas del tren, aceptamos el reto, pero ni siquiera había empezado cuando ya se había acabado de nuevo, una bonita y pequeña pelea, ningún daño real,  sólo unas cuantas narices ensangrentadas y ventanas rotas. El tren arrancó, los skinheads despidiéndose como sólo ellos lo saben hacer:
‘¡Sí, te veré en Eastville, maricón de Devon!”
‘¡Ven acá y dímelo en la cara Bristoliano de mierda!”
‘Ahora que el tren se va sí eres duro, ¿no?, hijoputa estúpido, eso es, ¡vuelve donde  el marica tu novio marinero!”
Saludos de dos dedos y galones de saliva acompañaban nuestros pequeños y agradables rifirrafes.
‘Eso estuvo divertido’ dijo Harvey, nuestro muchacho más grande. Fue uno de los primeros en bajar a las líneas del tren, su inmaculado crombie hecho a la medida, ahora viéndose de lo peor, con una gran rasgadura en la espalda.
‘Tu mamá te va a matar cuando vea eso’ le dije, indicándole su espalda.
‘Mierda. Estoy muerto’, respondió Harvey. Este Tote Ender de 16 años medía más de dos metros, una gran masa jugadora de rugby, siempre dispuesto a pelear, pero le tenía un susto de muerte a su madre.

La acción continuó. Decidimos ir a vagar por Newton Abbot, nuestro tren no salía sino hasta las 12. El problema con los pueblos pequeños es que no tienen clase. No tener clase significa que no habían skins. Que no hubieran skins usualmente significaba una cosa: ¡Greebos!

A los skinheads no les gustaban los greebos. Para empezar, usualmente eran más grandes que nosotros, y además usualmente eran más duros que nosotros- un uno a uno contra un greebo, normalmente resultaba en un moreteado y golpeado Skinhead. Hoy no sería la excepción. Nos vieron mientras salíamos de una tienda de chips, y empezaron a cantar: ‘Skinhead, Skinhead por allá, ¿cómo se siente no tener pelo? Es caliente, o es frio, ¡no lo sé pues no estoy calvo!” Era un canto de jardín infantil, y lo cantabn justo como pequeñas colegialas. Sólo que estas colegialas vestían jeans sucios y cuero, y montaban en grandes y feas Triumphs.

“¡Vayan a comer mierda!” gritó Jock, todavía vestido como un skin de hace un par de años, tirantes rojos de ¼ de pulgada, Levi´s manchados con blanqueador y una pulgada arriba de grandes y negras botas industriales con punta de acero. Jock era un par de años mayor que nosotros, pero no era más sabio. Podía vestirse genial, pero al igual que el resto de nosotros, no era rival para un gran, corpulento greebo.

‘¡Te atraparé, pequeña rata!” Los yetis se habían bajado de sus motos y estaban sacando sus cadenas en un abrir y cerar de ojos. Todos miramos a Jock. ‘Corran’ susurró a través de sus dientes apretados. No necesitaba decirlo dos veces, una vez que uno empieza a correr, todos corren; supervivencia del más apto. Nos dirigimos de vuelta a la estación, pescado y papas volando por todas partes. Por fin nos escapamos de ellos, pero no se dieron por vencidos fácilmente.

De vuelta en la estación nos reagrupamos y salimos de ésta juntos. Pero todavía no había suficientes de   nosotros. Era todo un dilema. Éramos el doble de personas, pero ellos tenían armas. Y querían a Jock.
‘¡Ven a ver, tú, el de la bocota!” nos provocaba uno de los greebos, señalando a Jock, “Te meteré esos tirantes por entre el culo, pequeño…”

Jock no necesitó la invitación, arrancó hacia él sin pensarlo. Típico escocés, pensé, no necesitaba muchas excusas para una pelea. Estaba fuera de su liga. Jock dio un buen espectáculo, pero el greebo le dio una tunda. La poli llegó, como siempre nunca aparecen cuando los necesitas, y para entonces Jock estaba rodando en el piso en agonía. Esto era serio. Estaba en mal estado, llorando del dolor y agarrándose a los lados. El greebo fue arrestado, Jock terminó en el hospital con una pelvis rota y nosotros volvimos a Bristol con el rabo entre las piernas en el tren lechero. La mamá de Harvey no estaba feliz.

De vuelta el Western Daily:
He aprendido los códigos de odio de los llamados fans, que se ven a sí mismos como los guardianes del honor de su equipo… el porqué tienen que organizar fuerzas especiales para los partidos de visitantes; lo que pasa cuando se toman el territorio de los fanáticos rivales; y el significado detrás de sus constantes cantos… Para los Tote Enders, sus armas y trucos para engañarlos en llevarlos al campo son esenciales en una totalmente seria guerra en las graderías. La idea es tomarse el extremo popular de cada estadio de la Tercera División. Los jóvenes fans del equipo local defienden, los visitantes atacan.
El Aston Villa lidera esta liga de violencia; Notts County, nuevos en la Tercera División, van de segundos con su rápidamente establecida reputación…
Estos rumores han llegado hasta los chicos del Tote End, que se preparan con ahínco para su visita a Nottingham el sábado…
Skins del Aston Villa

 Gracias a la publicidad del Western Daily, un ejército de degenerados y vagos se dirigía al norte. Nuevos reclutas fueron aceptados, todos ansiosos de conseguir una tajada de la acción gracias a nuestro reciente estatus de celebridades. Las botas fueron brilladas y estábamos armados hasta los dientes, ansiosos por una victoria como visitantes y un ascenso en la liga hasta la segunda posición. Desafortunadamente County Notts no había seguido el guión.

‘Nah, chico, no encontrarás problemas por aquí. Los fans del Notts son más buenos que el oro” nos informó con orgullo el dueño del Magpie. ‘Los de Forest son los busca-problemas y hoy están fuera de la ciudad. Nos vemos más tarde mis peces’.

Te puedes meter tus peces por entre tu norteño culo, pensé. Los pocos rufianes que County tenía fueron despachados rápidamente; los perseguimos hasta que salieron del estadio. Fue patético. Aun así, aprendimos una nueva canción del solitario Smoothie que decidió quedarse y probar su suerte: “Bertie Mee dijo a Bill Shankley, has escuchado del North Bank de Highbury; Shank dijo no, no lo creo, pero he escuchado del Tote End Aggro, la la la la la la la…” uno de los favoritos de todos los tiempos, junto a ‘Yo nací bajo el Tote Bar’. Las canciones y cantos eran parte del ritual, tan importantes como la vestimenta que todos seguíamos rigurosamente. Sin embargo, era un gran esfuerzo para aprenderse una nueva puta canción. Nos fuimos a casa, los Rovers ganaron 3-2, pero eso no compensó un día decepcionante, aunque estuviéramos segundos en la liga.

La temporada avanzaba. La violencia en el fútbol era ahora una epidemia, estallando en prácticamente todos los estadios del país, se volvió lo normal. Teníamos problemas dondequiera y cuandoquiera  que lo desearamos, lo cual era bastante seguido, desde Bournemouth a Blackburn, de Walsall a Wrexham. Pisoteábamos y golpeábamos a través del país. Reading fue particularmente divertido. Habiendo perseguido a los bastardos a través del centro de la ciudad, los alcanzamos en el cementerio loca, muy apropiado.

Los Rovers encontraron la gloria una vez más en la Liga. Los juegos de la copa contra equipos de divisiones mayores siempre eran algo especial. Estaba bien destruir un pueblo provinciano como Shrewsbury, pero codearse con los chicos grandes era otra cosa. Visitamos QPR en la cuarta ronda una tarde de martes; Londres del Oeste debía prepararse para una sorpresa. Olvídate de ‘Rodneeeeeeeeeee’ (el jugador estrella del QPR, Rodney Marsh), ‘Haroooooold’ (nuestro veloz volante, Harold Jarman) resonaba en todo el estadio.

Había una canción en las listas en ese entonces, ‘Tap turns on the water’ por CCS que eran liderados por el blues man Alexis Korner. Era una canción horrible, acerca de ver a tu hermana en bola. Sin embargo, era perfecta para ser adaptada por una horda de ebrios en un viaje de visita a Smoke:

Tap turns on the cider,
see the cider flow,
cider makes de Tote End,
watch the Tote End go,
we all come from Bristol,
come from Bristol town,
we all come from Bristol,
so get your knickers down!

(Tap se vuelve hacia la sidra,
ve la sidra fluir,
la sidra hace al Tote End,
mira al Tote End ir,
venimos todos de Bristol,
de la ciudad de Bristol,
venimos todos de Bristol,
¡así que bájate las bragas!)

Loftus Road rugió de risa; se rieron con el otro lado de su cara cuando nos tomamos su territorio, primero persiguiéndolos desde su extremo, The Loft, y luego del juego continuando con una buena paliza todo el camino de vuelta a Paddington. ¡Haber visto sus caras! No podían creer que un grupo de granjeros fuera tan malvado, en especial aquellos que, después de perseguir a algunos de los locales hasta el interior de unos apartamentos, agarraron a uno y amenazaron con lanzar al horrorizado idiota por el balcón, sus súplicas por piedad resonaban alrededor de la oscura  torre de apartamentos. Era nuestro turno para reír.   Afortunadamente lo dejaron irse, para la molestia de algunos de los menos compasivos perseguidores. Los Rovers sacaron un 1-1, Harold marcando uno brutal que resultó en una victoriosa repetición frente a alrededor de 24,000 personas en Eastville, en donde les dimos a los chicos de Smoke otra buena tunda, con sus chalecos de avispa y todo.

Los cuartos de final en Noviembre, nos enfrentaron al Stoke City de Gordon Banks en Eastville. Esta iba a ser una de nuestras más grandes pruebas. Stoke City era una gran multitud de Primera División. Más de 33,000 espectadores fueron al estadio. El himno de los Rovers ‘Goodnight Irene’ se podía escuchar en todo Bristol del Este. El Eastville nunca se vio u olió tan bien, los gasoductos estaban trabajando horas extra y llovía de nuevo, esa lluvia que no daba tregua, atravesaba tu crombie y te helaba los huesos. Aun así, el Tote End estaba humeando; estaba tan lleno que los polis ni podían asomarse a echar un vistazo. Los fans de Stoke, una sección de los cuales era conocida como ‘La Familia’, habían llenado  la parte derecha del Tote. Habían llegado temprano y estaban bien asentados, no podíamos sacarlos.

Era el grupo más grande y feo de fans que podrías querer conocer en tu vida- ya teníamos nuestro trabajo definido. Andy hizo el primer movimiento y se dirigió al más grande bastardo de entre todos.
‘No me jodas. No me molestaría tener algo de ese tamaño lleno de monedas” comentó Lil sobre el monstruo que dominaba a los chicos.

Andy se acercó al monstruo y balanceó ese infame brazo, conectando aquel infame puño. Me sobresalté. En cambio, el monstruo no, simplemente miró a Andy y sonrió. Andy le golpeó de nuevo. El monstruo sonrió de nuevo, ¿o era el viento? En todo caso, Andy sabía cuando había sido derrotado; e hizo una salida rápida.  Balines y cigarrillos prendidos eran lanzados con atemorizante ferocidad, aun así no se movían. Era tiempo de usar tácticas de terror.

“¡Voy a atrapar a uno de esos hijoputas!” Esto provino de Ricky Lee, una joyita de Southmead. Conocíamos a Ricky de hace algún tiempo. Era más viejo, pero no mucho más grande que nosotros, y tenía una reputación de ser un poco demente luego de haber atacado el extremo de Reading unos años atrás, prácticamente solo. Al igual que Andy o Rob Doyle, Ricky era alguien a quien admirábamos.

Ricky también era un hombre de palabra. Caminaba lentamente por entre la multitud, determinado a atacar su presa. Escogió a un fan de Stoke, otro asqueroso hijo de perra que había estado gritándonos toda la noche desde el otro lado. De cabeza afeitada y tan pecoso como Benny, merecía unos golpes por ser tan feo.   
‘Oi, feo’ gritó Ricky. Esta descripción podía haber aplicado para la mitad de los fans de Stoke, todos se veían mongoloides. Debe ser por todo ese incesto en todas esas fábricas de cerámica, pensé.
Obviamente, Feo mordió la carnada: “Vete a la mierda, maricón sureño.”

Ricky lo tenía en la mira, pero necesitaba un señuelo. La poli había abierto un campo entre los dos grupos de belicosos fanáticos, el espacio siendo tierra de nadie. Ricky empujó a los polis, y todos nos unimos. Ahora un gran empujón estaba formándose tras de nosotros, sacudiéndonos en las gradas, cayendo, regándose unos sobre otros, los polis se voltearon intentando detener la marea. Pero estábamos decididos a romper la larga línea de azul oscuro. Cedió, la poli nos empujó de vuelta, pero su línea se había roto. Ricky había cruzado, y nosotros nos le unimos rápidamente,puños veloces, brazos girando a 90 millas por hora, golpeando cabezas desprotegidas. Fue rápido y efectivo. Ricky cogió a Feo del cuello.  Jalando su cabeza hacia abajo, lo arrastró hacia nosotros, golpeando de forma experta con un puño mientras con el otro mantenía un agarre como de pinza sobre su cuello. Lo estaba arrastrando hacia atrás. Peleas de puños estallaban alrededor, los polis sin poder detenerlas, el canto constante de ‘A-G, A-G-R, A-G-R-O, ¡AGRO!’ resonaba en nuestros oídos. Los fans de los Rovers alrededor nuestro por fin podían ver lo que estaba pasando. Ansiosos de ser parte de la pelea de Ricky, cerraron filas envolviendo al impotente Feo en una nube de puños y patadas. Ahora gritaba de terror, todos estaban decididos a darle una paliza. Se fue al piso, el peor lugar al que podía haber ido. Las botas entraron, sin detenerse y sin piedad. Golpéabamos como salvajes- éramos salvajes, y Feo era nuestra víctima. Finalmente desapareció. Por todo lo que sabía o me importaba, podía haberse hundido en la basura y suciedad del Tote.

Los Rovers perdieron 4-2- los rivales jugaron muchísimo mejor- pero el bovver no terminó luego del partido; nos enfrentamos de nuevo frente al White Swan. Un fan de Stoke sufrió una golpiza severa, y perdió un ojo como resultado. Un caballo de policía fue apuñalado, lanzando por los aires a su jinete; la calle Stapleton estaba destrozada; los carros tenían las ventanas rotas y algunos habían sido volcados. Terry Conroy, el veloz  volante de Stoke, destrozó a los Rovers esa noche; pero fuera del campo de juego, los dos grupos de fans hicieron lo mejor que pudieron por destrozarse entre ellos. Fue una noche de pura violencia injustificada, estábamos en nuestro elemento.

1 comentario:

  1. Hey! Quien este detrás de esto. Gracias por tomarse el tienpo,de traducirlo, de montarlo y de todos los detalles expecificados, que uno pasaría por alto. Estoy rrepegado a cada artículo y si que los he disfrutado. Les animo a que sigan así y en algún momento puedan sacar un tipo fanzine impreso. A su salud!

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