martes, 22 de noviembre de 2011

Booted & Suited. Capítulo 12: Nuevas Caras


Volvimos con lo usual: nuevo capítulo, links a las canciones y fotos agregadas por nosotros.  Links a capítulos anteriores:
Que lo disfruten.

Capítulo 12: Nuevas caras
Luego de nuestra calmante lección en Yorkshire, nos conformamos con asuntos mucho más mundanos. Pero por alguna razón partidos como aquellos contra Rochdale, Mansfield y Port Vale, no tenían el mismo encanto; sin Waddsy a bordo la vida parecía un poco aburrida.  El Locarno todavía era una atracción, aunque tristemente con la desaparición de los Skinheads vino la desaparición del buen reggae. Eric Donaldson cantaba con tristeza acerca de su “Cherry oh Baby” y Dennis Alcapone hacía su mejor imitación de Prince Buster en “Alcapone Guns Don’t Bark”. Estas canciones y el absolutamente clásico “Scorpion” por Lloyd & Carey, eran las excepciones que demostraban la regla. Dennis Alcapone y sus predecesores y grandes rivales King Stitt y U-Roy, quien era conocido como “the Originator”, eran DJ’s de gran talento y originalidad y fueron los creadores de un estilo de reggae conocido como ‘Version’. Las versiones consistían en DJs cantando y hablando sobre el ritmo de versiones instrumentales de éxitos de la época e incluso remezclándolos para formar lo que más tarde se conocería como rap. Estos artistas fueron los predecesores de los toasters, boasters y raperos de después; quienquiera que piense que el rap empezó con The Sugar Hill Gang en los EUA está muy equivocado. 

El estilo y los temas en la música jamaicana estaban cambiando tan rápido como lo hacían nuestras modas. Ya no simpatizaban con la blanca juventud británica, ya no cantaban sobre stompear ni sobre chicas “whining and grining”, ahora cantaban sobre Babylon y Ras Tafari, Rey de Reyes, Maestro de Maestros, sobre volver a África  y fumar la hierba. Era totalmente ajeno a nosotros, chicos de los council estates que habían tomado  esa música de una isla que ninguno de nosotros conocía muy a fondo. Me consolé con mi propio Rey de Reyes: Al Green, ese Reverendo sí que sabía cantar. Y a las chicas les gustaba también- buena música para trepar la pierna entre su chochito mientras bailaban,  a ti se te paraba, ellas se mojaban, y si tenías suerte podrías meter tu mano entre sus calzones en alguna cabina de fotos. 

Motown agonizaba de pie, aunque aún había disponibles  dulces letras de canciones  por Donnie Elbert con “Where did our love go?” y “I can’t Help Myself”.  Sly and the Family Stone cantaban su magistral  “Family Affair” mientras que Isaac Hayes se acercaba como un verdadero bad-ass hijode- o al menos eso decía él, a qué putas se refería, nadie lo sabe- con su magnífica banda sonora paraShaft. Vimos Shaft y Superfly (otra peli con una brutal banda sonora, esta vez cortesía de Curtis Mayfield) en el Orpheus en Henleaze porque pensábamos que debíamos.  Todos intentábamos actuar como el gran, cool John Shaft, incluso usando largos abrigos de cuero negro y sacos con cuello polo como los de él. La metamorfosis del skinhead ahora estaba totalmente completa.

Para el verano de 1972, el culto en el sur de Inglaterra había desaparecido con toda seguridad. Pero no es que los valores skinhead hayan desaparecido junto a los propios skinheads. Los Skins, pasando por los Suedeheads y los Brolly Boys, ahora habían evolucionado totalmente a Smoothies. Claro, varios de los Smoothies eran hermanos pequeños que habían sido demasiado pequeños para el movimiento skinhead, pero la grandísima mayoría de Smoothies eran ex-skins, así que no es como si de repente fuéramos a cambiar nuestros puntos de vista o nuestra forma de comportarnos. Hubieras mirado un poco bajo la superficie de cualquier Smoothie con su pelo hasta los hombros y su chaleco de “abejorro” a rayas y hubieras encontrado a un Skinhead ‘pura sangre’ que de darle la oportunidad aún participaría en un poco de aggro y bovver.
Jeans anchos con dobladillos anchos. Chalecos de abejorro (Bumblebee). Camisas con cuello Fly Away.

Los omnipresentes chalecos habían aparecido a finales de 1971 y ahora eran parte de la vestimenta estándar. Los chalecos venían en una variedad de colores fuertes, usualmente eran a rayas y fueron el sucesor natural de los populares sacos Fair Isle de unos pocos años antes. Chalecos en puro negro eran personalizados con estampados de Popeye y ‘Tote End’ o el código postal, o con ‘BS’ en las esquinas superiores y un número 10 de 30 cm en la mitad. Esto ciertamente te hacía destacar entre la multitud y también te aseguraba una paliza de los habitantes del BS09 o del BS11 si no tenías suerte. Ese fue mi caso cuando una noche, al salir del Locarno,  fui atacado por un disgustado Smoothie de Southmead, ataque que me dejó en el departamento de urgencias del BRI gracias a una dañina patada a la cabeza con un loafer pesado.


Nuestras camisas ahora tenían grandes y redondos cuellos ‘fly away’ (ndt. Como sueltos, sin botones que los sostuvieran). Un diseño particularmente popular venía en café oscuro con un patrón ‘yoked top’ en color crema que contrastaba sobre los hombros, mientras que nuestros Toniks de pierna recta habían desaparecido para dar paso a ‘bags’ de tiro alto con la bota de 18 pulgadas. Los apretados jeans Levi’s o Wrangler habían dado paso a anchos, baggy jeans, siendo los ‘Skinners’ una marca popular, disponibles no solo en azul denim sino en blanco brillante también, y disponibles para ser comprados en Mr. Zeus en el centro.  Si no te alcanzaba el dinero para un par de Skinners blancos entonces un par de pantalones anchos ex-navales como aquellos usados por esos ‘superiores’ chicos de Preston el año pasado, bastarían. Stompers con flecos y broches que habían aparecido a principios del 72 ahora eran acompañados por zapatos altos con suela de madera o la imitación plástica ‘madcaps’, grandes y muy brillados zapatos con refuerzo en la punta y en una variedad de colores. Incluso las viejas favoritas de los mods, las Desert Boots en gamuza se habían puesto de moda.

El pelo era largo, peinado por la mitad, secado con secador y rizado al estilo de Brian Connoly de la banda de glam rock, Sweet. De repente pasamos de raparnos la cabeza en cualquier barbero en un callejón, a pedir citas con Tina, Tracy o, el peor de todos, Jason en Guy Fawkes en St Nicholas Street.  Hacerte el corte de cabello donde alguna putica era una vergüenza, solo medianamente compensada por ellas sobando sus tetas contra tu oreja. Estábamos pagando para que nos lavaran el cabello antes de cortarlo, ¿a dónde había llegado este mundo? En un corto periodo de tiempo el chico blanco promedio de clase trabajadora, había pasado de ser un duro macho, desertor del ejército a un mani-partida  y floripondio marica, pero nunca creí en eso de juzgar un libro por su portada. Nuestro nombre y nuestra moda habían cambiado, pero nuestra forma de pensar no.

Los trajes de tres piezas mandados a hacer eran tan populares como siempre, pero ahora alterados de las formas más extravagantes que pudieras imaginar.  Jacksons en Broadmead era el lugar donde estar los Jueves temprano en la tarde.  Los trajes hechos a la medida que habían sido mandados a hacer el Sábado anterior, llegaban en todo su esplendor.   
“¡Miren el ancho de esas solapas allí!”
“¡Puta madre, si es medio tulipán! Genial.” 
“Lindas costuras”. Las costuras eran muy importantes, en rojo, amarillo o azul que contrastara, y en gran variedad de ancho, con toda la atención posible al detalle.  Posábamos y nos admirábamos a nosotros mismos  como un montón de pavos reales marchando. 

Las aperturas en las chaquetas se iban volviendo cada vez más grandes. Los botones en las mangas pasaron de los normales tres hasta una docena, subiendo hasta los codos.
“¡Apuesto a que el pobre bastardo del sastre judío estuvo despierto toda la noche cosiendo los botones en esa!”
Elton John en Pinball Wizard de The Who
Trajes Tonik, trajes negros, trajes cafés, trajes crema, trajes blancos, incluso trajes amarillos, de todo. Nosotros imponíamos la moda, no al revés. Las chaquetas ‘Budgie’ estaban en furor, llamadas así por el personaje que interpretaba Adam Faith en la serie de ITV del mismo nombre. Era un tipo con estilo. Yo había comprado una chaqueta así en Hummingbird en Park Row; un año o dos antes ningún Smoothie que se respetara hubiera sido visto de compras en una tienda como esa. La chaqueta era en gamuza café y negra, solapas grandes y redondas, obscenas en realidad. Nos poníamos lo que queríamos. Cada vez nos poníamos más extravagantes, y el glam rock y glitter (escarcha) rock se acercaban. David Bowie lo estaba dando todo en su papel de Ziggy Stardust, Slade había abandonado sus cuestionables raíces Skinhead, Roger Daltrey hace ya tiempo que había dejado de ser mod y Gary Glitter estaba a punto de desatar su estilo de exhibicionismo cursi. Adopté la moda, pero no pude con la música, aparte de Mott the Hoople de Ian Hunter, quien tuvo un gran hit con “All The Young Dudes” de David Bowie, que apelaba a mi sentido de la moda en 1972, y “All The WayFrom Memphis” y “Roll Away The Stone” el año siguiente. Aparte de estas muy raras ocasiones, había poco que me moviera el alma. Me sumergí en el Ska de los 60’s y me mantuve allí hasta que fuera seguro salir, lo que tomó un buen tiempo.
Ziggy Stardust
Slade en su "época Skin".

Slade

Cada vez nos parecíamos más y más a los Hippies que tanto odiábamos. Incluso alguna vez vi un abrigo afgano sin mangas en el Tote End. Aunque el tipo que lo tenía aún usaba sus Doc Martens, algunas cosas nunca cambian. El zapato con plataforma puede haber sido el rey en las pistas de baile, pero las Doctor aún mandaban en las gradas, aunque ahora estuvieran pintadas de plateado y dorado. La etiqueta de Smoothies abarcaba de todo, aunque el nombre ‘Boot Boys’ también se escuchaba comúnmente, especialmente en los medios, y era una referencia obvia a nuestro calzado favorito y a nuestros años pasados. ‘Boot Boys’ fue graffiteado en las paredes muchas más veces de las que ‘Skins’ lo fue, y se volvió sinónimo de empezar tus proclamas territoriales y las inclinaciones hacia un equipo de fútbol: BS10 Boot Boys, Knowle West Boot Boys, Tote End Boot Boys, o igual de comunes, las abreviaciones: T.E.B.B. Nosotros mandábamos, nosotros dominábamos, “el Tote End manda, ¿ok?” estaba escrito en todos los muros. Por qué algunos lo cuestionaban, no lo sé, era un hecho indiscutible.  R.A.M. me sorprendió por un tiempo. Steve Bould y Gary Mallet  eran los responsables: Redland Aggro Merchants (ndt. Los mercaderes del Aggro de Redland), los dos.  
Dr Martens pintadas de plateado.

‘Kiddies’ (ndt. Algo así como chiquillos), una expresión particular, exclusiva de Bristol. Los cockneys tenían a sus ‘geezers’, los del Norte tenían a sus ‘lads’, nosotros teníamos a nuestros ‘kiddies’. Buen Kiddy, Kiddy duro, Smooth (suave) kiddy, gran Kiddy, eran expresiones que solo se escuchaban en Bristol. Conocí a Phil Gordon Hampshire por primera vez el 3 de Abril de 1972 en Villa Park. Fue el comienzo de algo grande, llegaríamos a convertirnos en Top Kiddies (ndt. Importantes).

Sin embargo ese día no fue para Hampshire.  Mogger fue el nombre del día.  Conocía a Mogger desde finales de los 60’s. Habíamos ido al colegio juntos y él había sido un fanático a morir de los Rovers desde que tengo memoria.  De joven había sido un recogebolas de los Rovers y casi que un ‘anorak’ a juzgar por su colección de programaciones del día y autógrafos, pero ahora al igual que el resto de nosotros estaba más interesado en las peleas. Aunque también tenía otro interés, una joven novia de Westbury llamada Jackie. Era una historia de amor juvenil, nada espectacular, y al igual que el resto de nosotros con nuestros amoríos, no dejaba que interrumpiera su historia de amor a largo plazo con los Rovers o con el Tote End.

Mogger había estado con Jackie por alrededor de un año. Era una chica que estaba bien, no precisamente mi tipo y tenía un rostro que solo a su madre, o  a Mogger, le podría gustar. En todo caso, entre gustos no hay disgustos. Recientemente Jackie había pasado un fin de semana en Weymouth, ese agujero conocido por todos los Bristolianos, donde había conocido a un joven Brummie llamado Mick, quien por supuesto era fan del Villa. Ahora  a Mick le había dado por escribirle a Jackie largas y explícitas cartas de amor, las cuales claramente llegaron a las manotas de Mogger. Usualmente Mogger era un tipo plácido, pero con las hormonas alborotadas dentro de él y la venganza en su mente, solo había una cosa por hacer.

Mogger, junto a su inseparable compañero Terry, subió al primer tren desde Temple Meads y se dirigió directamente a la casa de Mick en Brum. Allí, prosiguieron a destrozar cada ventana de la oscura casa del Coleshill Council antes de escapar astutamente al parque Villa perseguidos por un furioso Mick y su padre, sin duda cuestionando los parentescos de Mogger durante todo el camino. 

Terry no podía parar de reír mientras nos contaban una y otra vez la historia más tarde en un pub en Astor. “Deberían haber haber visto su cara, ¡el pobre bastardo aún estaba en pijama!”
“Un hijoputa feo sí que es. No sé qué le vio ella. Con un poco de suerte nos lo encontraremos después para terminarlo, ¿no?” se jactaba Mogger, mirándome a mí en busca de apoyo.
“No me mires a mí amigo, es tú problema no el mío” le contesté.
“No lo creo,” replicó Mogger. “Le escribí una carta contándole de mí crew y cómo le vamos a dar una paliza. Incluso le dije “Cuidado con Chrissy, ¡tiene un cuchillo y te va a cortar la garganta de oreja a oreja!””
“¡Muchas gracias idiota!” le respondí sin creerle ni por un minuto.


“¡Tenemos el Holte End en nuestras manos! ¡Tenemos el Holte End en nuestras manos! ¡Tenemos el Holte End en nuestras manos!” ¡Y sí que lo teníamos! Jamás había visto tantos fans de los Rovers en un juego como visitantes, había miles de nosotros, muchos más que en Leeds. Nuestro grupo más grande  estaba frente a nosotros en el otro extremo de las gradas, pero un grupo de alrededor de 500 de nosotros  había infiltrado la gradería local y habíamos tomado el enorme e infame Holte End con una facilidad sorprendente. Nos habíamos abalanzado desde la parte de atrás, un ataque rápido, y no habíamos tenido piedad en la operación. Había sido prácticamente no violento, habían huido al otro lado de la cavernosa gradería, parando para reagruparse y evaluar la situación.

Sabíamos que estábamos en una posición inestable. Eran solo las 2:45pm, faltaba un cuarto de hora para que el partido empezara. Si nos podíamos mantener así por los siguientes 15 minutos estaríamos bien. La poli no se atrevería a movernos una vez el juego hubiese comenzado, había demasiados de nosotros.
“¿Eso fue un trueno?” le pregunté a Lil, sabiendo en el fondo que no lo había sido.
“¿Con el clima como el de hoy?” respondió.
Tenía la razón, no había que ser meteorólogo para saber que no había ni una nube en el cielo. Era el sonido de mil pares de pesadas botas corriendo por las escaleras para retomar su territorio.

Aparecieron detrás de nosotros, subiendo por los mismos escalones y emergiendo del mismo túnel por el cual habíamos salido hace menos de 10 minutos.  También venían de la izquierda, y el grupo que acabábamos de ahuyentar a la derecha ya se había recuperado.  Absolutamente ofendidos, nos atacaron con verdadero veneno, un ataque a tres frentes que nos dejó con solo una vía de escape: el campo de juego. Peleamos tanto como pudimos, podíamos ver a nuestros camaradas del otro lado del estadio intentando desesperadamente entrar a la cancha para venir a ayudarnos, pero la poli concentrada frente a ellos se mantenía firme. Para ponerlo en una frase, estábamos jodidos.

“¡VILLA, VILLA, VILLA!” nos resonaba en los oídos, era ensordecedor. Peleábamos  sólo para poder escapar. La mayoría del Tote se las arregló para meterse a la cancha, la mayoría, pero no todos. Como 20 de nosotros estábamos encerrados, rodeados, acorralados por esa gran multitud de rabiosos Brummies, sedientos de nuestra sangre por habernos atrevido a tomar su famoso End. Los del Tote que ahora estaban en la cancha se pusieron valientes de nuevo, pararon de huir y se pusieron a provocar al Holte End, mientras lentamente regresaban a través de la cancha al Witton Lane End donde estaban sus adoradores.  “¡Nos tomamos el Holte End, nos tomamos el Holte End!” cantaban. “Cállense la puta boca” pensaba yo, no quería que provocaran más a los Brummies. Estábamos totalmente alejados de llegar a estar a salvo, la poli no podía ni siquiera acercarse a nosotros, y en ese momento supe cómo debían sentirse los cristianos un poco antes de que soltaran a los leones. El pito dio inicio al partido. Eso era todo, estábamos muertos. 

Miré alrededor, cuidándome de no hacer contacto visual con ninguno de los Holte Enders.  Estaba buscando caras conocidas. No había muchas. Lil, Harvey, Gerry Bays, los hermanos Barrett de Lockleaze. No muchas otras que reconociera. No estaba Andy Phelps, ni Dobbsy, ni Ricky Lee, ni Mogger, ni  Terry, éramos un grupo patético. Ninguno se atrevía a decir nada a otro. Una tensa calma se asentó, hubo uno que otro comentario de “folla-ovejas” y otras referencias a varios actos ilegales realizados en granjas, pero en general el ambiente se volvió menos amenazante. Ambos grupos de fans se dieron cuenta de la situación. Nos podían haber dado una buena paliza si hubieran querido, pero eran mejores que eso, ¡buenos chicos en realidad!
“¿De qué parte de Bristol eres amigo?”
Una variación del “¿Tienes la hora amigo?” pensé.  Esta pregunta usualmente era la antesala a un derechazo. Realmente no necesitaban oír el acento, sólo era una forma amable de cumplir con las formalidades de la violencia.
“¡Oi! Te estoy hablando a ti” continuó el Brummie, mientras me pinchaba las costillas. Tal vez solo intentaba ser amable.
“Embree” respondí. Henbury en realidad. Probablemente no entendería en todo caso.
“¡Enbury!” exclamó. “¿Conoces a un tipo llamado Mogger?”
No podía creer lo que escuchaba.  “No, nunca he escuchado de él.”  Respondí tan naturalmente como pude.
“¿Seguro? Porque estoy seguro que él es de ‘Enbury, ¿Cómo te llamas entonces?”
“C…C…Colin”, dije.
“Bueno Colin, si te encuentras con un tipo llamado Mogger…”
“O con Chris” le interrumpió su amigo grandote.
“Sí eso, o con Chris, porque ese bastardo me amenazó con cortarme la garganta, les dices que vamos a ir a Bristol el próximo partido y les vamos a dar una paliza, ¿entendido?”
“Claro” respondí “se lo diré… si es que alguna vez lo conozco, claro está”.

El público ese día era de una multitud de más de 45,000. En solo el Holte End cabían más de 20,000 y yo tenía que estar parado justo  junto al imbécil con el que Mogger estaba teniendo problemas, qué suerte la mía, pensé. Era un grupo divertido a pesar de todo, estuvieron molestándonos durante todo el juego.  Incluso nos pusimos valientes y cantamos un débil “Rovers, Rovers” cuando Tom Stanton marcó un gol tardío para nosotros. Villa salió ganador con 2-1. Respiré con alivio cuando sonó el pitido final y mis nalgas por fin se pudieron relajar. Incluso nos dieron la mano y nos desearon suerte, podían permitirse ser caritativos, el Villa terminó siendo campeón esa temporada. El Club nunca miraría atrás, les esperaba la primera división y la gloria europea. Este sería nuestro último encuentro con el Villa en un buen tiempo.

“No olvides si alguna vez ves a… cómo era su nombre…”
“Mogger” contesté, olvidando la situación por un momento.
“¡Sí, Mogger, le dices lo que te dije!”
Putamente claro que se le diré, pensé.

Salimos del Holte End, con el alivio grabado en nuestras caras. Pero ahora teníamos otra preocupación. Sin así quererlo, hacíamos parte de los fans del Villa dirigiéndose hacia los fans de los Rovers al otro lado, y nos encontraríamos en el stand en Trinity Road, sin saber hacia qué lado voltear. Por una vez en la vida supliqué porque los fans de los Rovers se cagaran y salieran corriendo, pero no fue así. Se lanzaron, se lanzaron hacia nosotros que estábamos al frente de la multitud intentando unirnos a ellos.

“¡Déjennos! ¡Somos Rovers!” grité, pero no sirvió de nada. Nadie podía escucharme, había demasiadas cosas sucediendo, demasiado caos. Los del Villa empezaban a acumularse, ahora había más de ellos que de los Rovers y empezaban a tomar ventaja. Hubo un pequeño momento de calma, nos mirábamos los unos a los otros, esperando al siguiente movimiento. Entre toda la gente vi a Mogger, me aparté de los Brummies y salí corriendo hacia él, sin darme cuenta estaba liderando el ataque. Los del Villa se lanzaron nuevamente: “¡Denle a los bastardos!” gritaban, siguiéndome a mí hacia los Rovers. Un sonriente fan de los Rovers que estaba parado junto a Mogger se lanzó contra mí. Era una sonrisa a la cual me acostumbraría al pasar los años, Hampshire siempre sonreía así cuando se estaba divirtiendo, y esta vez eso hacía. Otros fans de los Rovers se le unieron y empezaron a golpearme, me escabullí y logré ponerme a salvo entre los fans del Villa. La poli llegó en el momento justo. Podía ver a Lil y a Harvey en la seguridad entre los Tote Enders. Eso me dejó solo una opción. Era una situación en la que no podía ganar, sólo había una cosa que hacer, me giré y me abrí paso entre los fans del Villa y salí corriendo del estadio.

Estaba solo ahora, era parte de la enorme y densa masa de fans del Villa saliendo del estadio, pero no tenía colores [del equipo] encima así que me sentía relativamente a salvo. No podía ver ni un solo fan de los Rovers, todos estaban saliendo en la dirección opuesta. Mantuve la cabeza gacha y no dije nada, rezando para que nadie me fuera a preguntar la hora.

Sentía que cada par de ojos se clavaba en mí, ¿seguramente me vía y caminaba diferente? Me sentía como si tuviera en la espalda un aviso que decía “Bristoliano, patéame duro por favor”, pero no debí haberme preocupado, no se fijaron en mí. Seguí las señales hasta el centro de la ciudad, caminé junto a la aún-sin-terminar ‘unión-spaghetti’ y por fin divisé una cara amiga, bueno tan amigable como podía serlo la cara de Andy Phelps, caminando junto a otro de los Tramps, una pequeña rata miserable de Little Stoke, conocido como Mouse (ratón).  Aparte de Andy los Tramps estaban formados por Brian Willis, Freddie Dempster, Daryl, Eddie, Chrissy el Motociclista, Mike el Luchador, y Jimmy de Yatton (una aldea a las afueras de Bristol) quien, de acuerdo a Brian, “se cae de las paredes por los turistas”, por nombrar unos pocos. Pero Mouse era diferente, él en verdad era un vagabundo (tramp). Eventualmente fue asesinado y su cuerpo  prendido en llamas mientras dormía en las calles de Montpelier. Nunca encontraron a su asesino.

“No podría estar más feliz de verlos”  no pude contenerme.
“¿Todo bien chico? ¿Problemas?” gruño Andy en respuesta.
“Y que lo digas… yo estaba… estábamos… agh olvídalo.” No me molesté, hubiera tomado mucho tiempo explicarle. Nos dirigimos a New Street, sin decir palabra, Mouse mirándome de arriba abajo. Mouse no era el más elocuente de los tipos, así que cuando abrió la boca para hablar no estaba esperando un análisis profundo y significativo, al estilo de Jimmy Hill, sobre el partido que acabábamos de presenciar.
“Préstanos una Libra” exigió.
“Vete a la mierda” respondí, y probablemente fueron las últimas palabras que jamás le dije.

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